domingo, 18 de noviembre de 2012

¡Qué hago en la clase ……los estudiantes no escuchan, son terribles!




Ponga atención a las variables de tipo didáctico y pedagógico puesto que son las que más incidencia tienen sobre la atención y que son reflejo de los procesos de enseñanza que se utilizan dentro del aula.

Por ello, para que estas variables incidan de forma positiva sobre la atención deben cumplirse principios pedagógicos como los que a continuación se exponen:

• Dar premios inesperados por un trabajo bien hecho, sobre todo en alumnos con baja motivación.
• El profesor puede escribir frases de refuerzo y halago en el cuaderno como recompensa a una tarea bien hecha.
• Normalmente en niños introvertidos es más eficaz el elogio positivo mientras que para extrovertidos también pueden resultar eficaz los negativos, siempre en su contexto y según las circunstancias.
• El profesor debe potenciar y reforzar siempre las iniciativas del alumno.
• Las amenazas y las descalificaciones permanentes, la actitud nerviosa del profesor y una actitud sarcástica siempre serán negativas para el trato y control personal de los alumnos.
• Partir del respecto y aceptación del carácter del niño y de sus potenciales reales de aprendizaje. Proponer tareas de éxito así como llevar una evaluación formativa, en fead-back y no penalizadora.
• Mantener una relación personal y afectiva con el niño. Relación comprensiva y empática.
• Confiar en cada uno de nuestros alumnos, evitar prejuicios, etiquetas y estereotipos y no caer en la desesperanza ante el progreso escolar insuficiente.
• Mantener un grado adecuado de expectativa respecto a las posibilidades del niño, tanto en el campo escolar como en el personal y social.
• Confiar en el propio método de trabajo y en los procedimientos de trabajo que se siguen.
• Afirmar los sentimientos de seguridad del alumno instruyéndole a refrenar e inhibir las autopercepciones negativas.
• Cuidar y potenciar el grado de relación, comunicación y participación grupal y social.
• Ser plenamente coherentes y objetivos en las relaciones e interacciones con el grupo (sanciones, premios, relaciones personales…).
• El ambiente de clase ha de ser siempre agradable: decoración, ambientación…
 El exponer públicamente los trabajos o que sean los propios alumnos quienes lo hagan puede ser motivante.
 El ayudar y trabajar con alumnos mas lentos puede ser un refuerzo y una motivación tanto para el que ayuda como para el que la recibe. Los cambios regulares de sitio de los alumnos puede prevenir la aparición de conductas disruptivas.
 El disponer en el aula de material de uso común así como de lugares (talleres) favorece la cooperación entre el grupo.
• El repartir responsabilidades entre el grupo (repartir libros, borrar la pizarra, ir a recados del profesor…) mejora la disciplina de la clase.
 El profesor ha de comunicar siempre confianza, seguridad y optimismo al grupo; debe saber y querer escucharles. Debe evitar favoritismos y actitudes arbitrarias.
 Debe buscar y propiciar los contactos individuales con el alumno, aunque sean entrevistas y diálogos informales, debe preocuparse no sólo por los temas escolares sino también por las preocupaciones personales. El alumno debe tener confianza con el profesor como para poder de forma espontánea contarle sus inquietudes y preocupaciones.
 Habrá que tender hacia el trabajo cooperativo mediante las tareas en grupo: grupos heterogéneos que reflejen el universo de la clase, de 4-5 miembros, estables aunque no definitivos, variando el tipo y modalidad de agrupaciones según objetivos y tareas.
 El profesor como líder del grupo formal debe consolidarlo mediante el prestigio que vaya adquiriendo día a día.
 El perfil del buen profesor sería: mantener buen autocontrol personal, ser equitativo y sin favoritismos, no imponer castigos extremos, explicar y ayudar, ser jovial, amigable, paciente y comprensivo, con buen sentido del humor, que se interesa por sus alumnos, etc.
 El profesor tenderá a ser líder "democrático": promoverá el saber y el conocer, crear responsabilidades, enseñar a tomar decisiones, escuchar al grupo, fomentar el espíritu crítico…

En concusión, las actitudes básicas del profesor de cara a eliminar y evitar    expectativas negativas son:


-  Disfrutar enseñando. Será optimista y debe gustarle el contacto con sus alumnos.
- Su responsabilidad es enseñar en sentido amplio, por tanto debe cuidar cada interacción, debe cuidar cada situación de aprendizaje: recreos, pasillos…
-  Deberá ser siempre optimista y no desmoralizarse ante ciertos fallos o errores o algún traspié.
-   Debe creer en sus alumnos, en que todos alcanzarán los objetivos y en que todos tienen metas personales y posibilidades de progreso.
-   Debe considerar a cada alumno como una individualidad propia y no como un sujeto más y pasivo de un grupo.
-   Evitar etiquetajes y estereotipos, pensar más en los aspectos positivos que en los negativos.
-   Debe tener fe en las posibilidades de todos sus alumnos.
-   Propiciar tareas de éxito a todos los alumnos.
-   Evitar descalificaciones sistemáticas o en público.
-   Evitar comparaciones, ni implícitas ni explícitas.
-  Evaluación no penalizadora sino dentro del proceso de enseñanza aprendizaje.
-  Actitudes y conductas coherentes y objetivos no dependientes del momento ni del estado de ánimo.
-   Actitud serena, coherente, flexible, objetiva y comprensiva aunque no consentidora.
-   Comprometer a los alumnos en el establecimiento de los fines y objetivos a lograr, así se sentirán más responsables y su rendimiento será mayor.
-   Proporcionar feed-back positivo y reforzador de forma que se evite el temor, la ansiedad y la inseguridad.
-   Tender a que los niños tengan la mayor autonomía posible en el trabajo pues así adquieren más confianza. El profesor para ello debe estimular y facilitar el trabajo de sus alumnos mediante aprendizaje constructivo, activo y por descubrimiento.

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