“Para
lograr alumnos estratégicos, se necesitan padres y profesores estratégicos que
hayan tomado conciencia de la importancia del desarrollo del pensamiento, que
sean capaces de plantear actividades que, por su complejidad, requieren una
regulación consciente y deliberada de la propia conducta por parte de los
estudiantes, que generen un clima de aula en que se tolere y propicie la
reflexión, la indagación, la exploración y la discusión sobre los problemas y
la forma de afrontarlos, que faciliten la transferencia de las estrategias de
aprendizaje a otros dominios, etc. Por otra parte, la actuación estratégica
puede ser enseñada al alumno ya desde la educación infantil, a través del
modelado, del planteamiento de preguntas en torno al proceso de aprendizaje, al
proceso de resolución del problema en cuestión, etc. De esta manera, se irá
profundizando progresivamente en cantidad y calidad de estrategias de
aprendizaje”. (Pérez-Rosas, 2005:4-5).
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