El pensamiento crítico comprende, pues, el desarrollo de un
conjunto de habilidades que incluyen el pensamiento independiente y libre de
sesgos y prejuicios; la actitud crítica frente al conocimiento en espera de que
se den suficientes razones para poyarlo;
y la capacidad para evaluar y sopesar la importancia de los datos y de las
evidencias para emitir juicios razonados y tomar decisiones consecuentes. El
pensamiento crítico requiere, por tanto, de habilidades de argumentación, es
decir, habilidades lógicas y discursivas, que permiten convencer sobre la
veracidad o conveniencia de una tesis, aduciendo razones y apoyos con el
propósito de establecer la validez de la proposición planteada (Boisvert,
1999).
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