lunes, 2 de marzo de 2015

La siembra



LA SIEMBRA
Hijos de mi alma,
siempre amados, 
que acompañaron los ideales
 de quién soñó estar entre la gente, 
disfrutando la alegría, su bienestar, 
el goce absoluto de la libertad y la justicia, 
logro final  de la acción revolucionaria del pueblo combatiente.
¡Recordad!... mis sueños, mis ideales, 
agigantados con cada triunfo de la lucha del pueblo latinoamericano, 
viví y sentí ese corazón hecho millones, 
enfrentados a la brutal y descomunal fiereza del imperio agonizante.
Vi la luz, un diez de mayo con lluvia y griterío de partera, 
en duro camino de atribulado dolor desfalleciente.
Salir del vientre de la amada madre no fue fácil,
Enredado al cuello un cabo estaba atado, 
cordón de vida intrauterino, 
empujado por la fuerza de pujos y sollozos 
las paticas no encontraban el camino de la caverna en su salida.
En el último momento, 
con el chasquido de un relámpago y 
tronar de truenos en medio de pertinaz lluvia, 
que sus   caudales llenaban todos los recodos, 
pundun volé a las manos, 
que afuera afanosas esperaban, en ese instante, 
el aire con fuerza huracanada invadió mis pulmones y 
la vida entonces se hizo carne, 
nací allí, en el pecho de mi madre amada y santa.
Toda una vida empeñada en la tarea de formar con la palabra mediadora, 
los números en cada presente de la masa efervescente.
Con pedagogía, didáctica y estrategias se encaró el futuro, 
se pulió en el mármol duro, rebelde, de la esclavitud petrificada, 
una cualidad nueva de espíritu humano, solidario, crítico, 
el perfil del maestro en formación, 
con compromiso vital para liberar la patria encadena,   
con mil canciones de amor en alfabeto libertario de dignidad e independencia.
Sabor de humanidad, 
educando con  ejemplo, la honestidad aprendida del Che, 
la firmeza de Fidel, 
la entrega de Chávez a la causa de la redención de los humildes, 
valores del hombre nuevo, 
ejemplos de hombres que trascendieron  por el valor de su palabra, 
de su compromiso con la ética, 
espada que ahuyentó los espíritus débiles, corruptos.
En las acciones de esa gran película vivida, 
conocí: la hipocresía de los famosos honestos entre comillas, 
la criminal mentira repetida por millares, 
de la canalla mediática capitalista enfurecida, 
los variopintos saltimbanquis conservadores con ropaje de izquierdistas.
En las acciones de esa gran película vivida, 
conocí: a los verdaderos humanos, 
fieles a sus convicciones libertarias, 
a los hombres de las mil dificultades, 
llenos de amor y ternura por los pobres.
Nací para amar a mis padres con la infinita ternura de hijo agradecido,
Nací para amar a mi esposa, 
la madre de mis hijos cuyo espíritu acompañó cada uno de mis pasos en la vida.
Nací para amar a la patria a la que abrace sus montañas, 
prados, llanuras, ríos y mar, 
al desyerbar la maleza de sembríos, 
al recorrer  las distancias a pie y en el trote de caballos, 
en canoas y barcos a los que la mar con sus olas y vientos a babor, 
enmudecían las palabras de los trémulos tripulantes y 
sacudían la carga en la desesperada urgencia de naufragio.
Nací para escribir estos versos de amor a la dulzura y 
fragilidad de la planta en crecimiento, 
a la mujer racimo de pétalos y canciones, 
infinita, soñadora, apasionada, rosa roja, revolucionaria.
Amor de patria citando a Fidel:  
no hay fuerza superior a esa energía atómica que es el átomo de amor a la patria.
El día de mi siembra camaradas, 
hijos míos, tengan por seguro de que de mi polvo
 crecerán infinitas yerbas que inundarán la pradera con su larga y verde cabellera, 
entonces no muero, 
solo fui una chispa que rasgo el velo del tiempo y sus tinieblas.

Esmeraldas



ESMERALDAS
Esmeraldas tierra de tambores, 
de vibrar sonoro, murmullo del mar.
Sus mujeres son joyas preciosas, 
de ritmo ondulante al andar, 
como olas del mar.
Su Río Esmeraldas, 
larga cabellera de plata y marfil,
se tiñe en el mar.
Su Río Esmeraldas, 
de largos cabellos,
arrastran el crujir de aguas de lejanas montañas, 
apacibles se enredan cruzando los valles,
trasladan el oro de sus riberas, 
alimentando al mar.
El mar en su llenura infinita, 
con sus brazos de olas, 
abraza sus caderas de playas y 
caletas en pleno movimiento de marimba y tambor.
Tiene belleza el son de la marimba, 
en rítmica canción que no suelta sus caderas  
hasta morirse en el reventar del tumbo, 
quedando extasiado como espuma en la arena mojada, 
que levantada por el viento baña el bello palmar.
Sus montañas, llanuras, playas y lagunas
son perlas preciosas, que la adornan,
acogedora recibe en su seno por igual, 
al hombre que se enamora de su bello verdor.
Desde mar adentro en la más oscura noche, 
se ve su resplandor de luz, amor, 
generosa sin par, manto en movimiento: 
jolgorio, andarele, currulao,   
rutilante brillo de perlas cubren su silueta de extendido perfil.
Esmeraldeña es la negra, mulata, chola, 
campesina del campo y la ciudad, 
dulzura en su sonrisa, 
graciosa en su caminar, 
encanto siguiendo al son del tambor y los timbales, 

adornan el paisaje al caer el sol.