jueves, 29 de noviembre de 2012

Términos


El término pensamiento.

El término incluye cualquier actividad mental que implique una manipulación interna de la información. Esto supone que los elementos implicados en el pensamiento son objetos mentales, constituidos por símbolos y representaciones de la realidad y no objetos físicos. Por tanto, en el origen del pensamiento está la capacidad simbólica de la mente humana mediante la cual somos capaces de construir representaciones de la realidad que posteriormente manipulamos con diferentes propósitos y que nos permiten resolver un problema, extraer una conclusión o tomar una decisión. Aunque el pensamiento puede ser concreto, cuando está ligado a la presencia física de los objetos, o abstracto cuando se realiza sin ningún soporte físico, a partir por ejemplo de proposiciones verbales o de imágenes, en cualquier caso implica siempre un componente básico de abstracción.

El término metacognición o metaconocimiento.

Se refiere al “conocimiento del conocimiento”; es decir, por metacognición entendemos el conocimiento que uno tiene del proceso y resultado de su propia actividad mental. Como diversos estudiosos e investigadores han resaltado, el concepto de metacognición es un concepto que implica dos componentes claramente diferenciados, aunque relacionados. Por una parte, está el conocimiento que los sujetos tienen de sí mismos, sobre sus capacidades mentales en la realización de diversas tareas, así como de su actuación durante la resolución concreta de las mismas; sin embargo, este componente no agota el significado de la metacognición, ya que debemos incluir también el control que la persona tiene de sus propios procesos de conocimiento. Es decir, además del “saber sobre el conocimiento”, tenemos un segundo tipo de metaconocimiento, más activo y “procedimental”, que podemos llamar “regulación y control del conocimiento”.

La metacognición es una noción que destaca la naturaleza reflexiva del sistema cognitivo humano al proponerse el estudio de cómo la mente actúa sobre sí misma y como las habilidades metacognitivas de las personas les permiten conocer y controlar sus procesos de conocimiento. De esta manera, el estudio de los procesos metacognitivos permitirá analizar cualquier proceso de la mente. Sin embargo, si existe un proceso cognitivo que haya sido especialmente estudiado desde una perspectiva metacognitiva éste es el de la memoria, constituyendo un campo de estudio llamado metamemoria. La metamemoria consiste, por tanto, en el estudio del conocimiento que las personas tienen de sus procesos de memoria, así como de la autorregulación de los mismos.
Abordando el segundo significado de la metacognición, los procesos de regulación implicados en la resolución de las tareas cognitivas, cabe distinguir tres tipos diferentes de actividades: de planificación, de control y de revisión. Las actividades de planificación se realizan antes de iniciar la tarea y suponen una evaluación de la misma por parte del individuo, así como el establecimiento de una estrategia de acción que le permita resolverla adecuadamente. Durante la tarea el individuo necesita controlar su desarrollo, administrando adecuadamente sus recursos cognitivos y supervisando la correcta consecución de los objetivos o metas intermedias. Una última actividad metacognitiva de gran importancia es la revisión final del desarrollo de la tarea, aplicando las necesarias correcciones que permitan una mejora del resultado final.

Estos tres tipos de actividades de regulación metacognitiva, que se ponen de manifiesto especialmente en las conductas de aprendizaje y solución de problemas complejos, típicos de los entornos escolares y académicos, suelen ser bastante tardías evolutivamente hablando, aunque dependen más de la familiaridad de las mismas, y del conocimiento y dominio de la tarea por parte del aprendiz, que de la edad en sentido estricto.

Las fases del pensar.


El aprendizaje áulico se fundamenta en las fases y funciones del pensamiento y sus expresiones inherentes a la persona humana, que en la práctica educativa se constituye a partir de la complementariedad. Según el pedagogo español Víctor García Hoz, las fases o áreas del pensamiento y la expresión se sintetizan en las siguientes funciones o actividades intelectuales del pensamiento: 

Fase perceptiva (atención, percepción), en la que el sujeto se encuentra dispuesto a recibir los primeros estímulos;

Fase reflexiva (pensamiento analítico, sintético, conceptual, solución de problemas), se refiere al conjunto de actividades intelectuales con las que el sujeto analiza los datos recibidos y los relaciona con los conocimientos anteriores; 

Fase creativa (imaginación, fantasía, creatividad), la que supone la ampliación de los conocimientos en virtud de estímulos internos al sujeto;

Fase retentiva (aprendizaje, memoria), la que supone la fijación e incorporación al patrimonio cognoscitivo;

Fase expresiva verbal (comunicación verbal), se refiere a la manifestación externa del proceso cognitivo; 

Fase expresiva práctica o no verbal (productividad, comportamiento relacional y social), llamada fase aplicativa , donde el conocimiento se une con la actividad externa del sujeto, bien de tipo técnico y artístico, bien de tipo ético.

Estudiantes con pensamiento estratégico


“Para lograr alumnos estratégicos, se necesitan padres y profesores estratégicos que hayan tomado conciencia de la importancia del desarrollo del pensamiento, que sean capaces de plantear actividades que, por su complejidad, requieren una regulación consciente y deliberada de la propia conducta por parte de los estudiantes, que generen un clima de aula en que se tolere y propicie la reflexión, la indagación, la exploración y la discusión sobre los problemas y la forma de afrontarlos, que faciliten la transferencia de las estrategias de aprendizaje a otros dominios, etc. Por otra parte, la actuación estratégica puede ser enseñada al alumno ya desde la educación infantil, a través del modelado, del planteamiento de preguntas en torno al proceso de aprendizaje, al proceso de resolución del problema en cuestión, etc. De esta manera, se irá profundizando progresivamente en cantidad y calidad de estrategias de aprendizaje”. (Pérez-Rosas, 2005:4-5).

Rol del profesor estratégico


Según Pérez-Rosas Cáceres, el papel del profesor en la promoción del aprendizaje significativo en los estudiantes, no es suficiente que actúe como transmisor de conocimientos o facilitador del aprendizaje, sino que tiene que mediar, orientar, monitorear y guiar la actividad constructiva de sus alumnos, brindándoles las estrategias y tácticas adecuadas y pertinentes a su nivel de competencia. 

“Si pretendemos que los alumnos usen la materia gris de manera sofisticada y creativa también, que logren procesar rápidamente la información y estén dispuestos a pensar de verdad y abrir sus mentes, se requiere de la mediación de los profesores y padres de familia, a través de una metodología interactiva que facilite el aprendizaje significativo. Los aprendices tienen a los mediadores en la tarea de aprender más y mejor, lograr un aprendizaje significativo y aprender a aprender.” (Pérez-Rosas, 2005:4)

El profesor instruccional se caracteriza por impartir mucha instrucción, verbalizar demasiado, brindar excesiva información, transmitir sólo conocimientos, centra el aprendizaje sólo en el producto o resultado y descuida orientar el aprendizaje a procesos. No toma conciencia de la necesidad de formarse como estratega en el aprendizaje estratégico y de ser un mediador y promotor de la cultura de aprendizaje en su vida, como profesional de la educación. Es un docente que no desarrolla capacidades, aptitudes y destrezas intelectuales en sus alumnos; no enseña a pensar y no forma un pensamiento estratégico y sistémico en los aprendices.

El profesor estratégico que promueve el aprendizaje significativo en el aula, es un mediador consciente de que hay que hacer todo sumamente explícito y que debe provocar el conflicto cognitivo, sin dar mucho instrucción, ni verbalizar demasiado. Es un docente que estimula de manera intencional el aprendizaje deductivo a través de procedimientos estratégicos y obtiene en sus alumnos un conocimiento declarativo, procedimental y condicional. Selecciona y organiza la información y los procedimientos para enseñar y para aprender en función del conocimiento de los alumnos.

Es consciente de que tiene que cambiar sus esquemas cognitivos, que debe ir en busca de los conocimientos previos y que las tareas deben ser de nivel alto para enseñar a pensar y provocar desafíos en los aprendices. Es consciente que debe dar poca instrucción pero mucha metacognición para el desarrollo de habilidades de pensamiento en los alumnos. Se siente referente, modelo, ejemplo y utiliza la conducta metacognitiva en su actuación como monitor y director del aprendizaje de los alumnos. Sustenta dicha actuación en la negociación de significados, y provee de pautas, guías y ejemplos para provocar la reflexión. 

El profesor estratégico rescata los conocimientos previos de los alumnos; enseña a tomar decisiones respecto a modos de aprender y los procedimientos estratégicos a usar; enseña a reconocer el contexto o las condiciones en que se presentan las tareas. Está preocupado por el proceso de aprendizaje, por una estructura de clase que enseñe a aprender y a pensar y no meramente por el producto o resultado.

El profesor que aplica la metacognición en el aula, se constituye en el mediador, el puente entre la estructura conceptual asociada a la destreza y la estructura cognoscitiva del sujeto que aprende. Es el experto que posee un pensamiento estratégico para enseñar a pensar a través de estrategias de aprendizaje y no meras instrucciones. Está convencido de que lo que se tiene que transferir y estimular es el aprendizaje de destrezas, con las cuales se promueven nuevos aprendizajes, son los procesos mentales y que lo medular es que los estudiantes entiendan el proceso de un estudio bien hecho, que los llevará al desarrollo del pensamiento y a un aprendizaje científico.

Rendimiento Académico



Requena (1998), afirma que “el rendimiento académico es fruto del esfuerzo y la capacidad de trabajo del estudiante. De las horas de estudio, de la competencia y el entrenamiento para la concentración”

El rendimiento académico como una forma específica o particular del rendimiento escolar es el resultado alcanzado por parte de los estudiantes que se manifiesta en la expresión de sus capacidades cognoscitivas que adquieren en el proceso enseñanza-aprendizaje, esto a lo largo de un periodo o año escolar. 

De Natale (1990), afirma que “el aprendizaje y rendimiento implican la transformación del conocimiento, que se alcanza con la integración en una unidad diferente con elementos cognoscitivos y de estructuras ligadas inicialmente entre sí”. 

Según Loret de Mola Garay, Jhon, el rendimiento académico es un conjunto de habilidades, destrezas, hábitos, ideales, aspiraciones, intereses, inquietudes, realizaciones que aplica el estudiante para aprender. El rendimiento académico es un indicador del nivel de aprendizaje alcanzado por el mismo, por ello, el sistema educativo brinda tanta importancia a dicho indicador. En tal sentido, el rendimiento académico se convierte en una tabla imaginaria de medida para el aprendizaje logrado en el aula, y constituye el objetivo central de la educación. 

Muchos autores han establecido definiciones sobre rendimiento académico. Carpio, (1975), citado por Cascón, (2000), define rendimiento académico como el proceso técnico pedagógico que juzga los logros de acuerdo a objetivos de aprendizaje previstos; Supper dice, rendimiento académico es el nivel de progreso de las materias objeto de aprendizaje; Aranda (1998), considera que es el resultado del aprovechamiento escolar en función a diferentes objetivos escolares y hay quienes homologan que rendimiento académico puede ser definido como el éxito o fracaso en el estudio, expresado a través de notas o calificativos. 

En el rendimiento académico, intervienen muchas otras variables externas al sujeto, como la calidad del maestro, el ambiente de clase, la familia, el programa educativo y variables psicológicas. En las internas, como la actitud hacia la asignatura, la inteligencia, la personalidad, el auto-concepto del estudiante y la motivación. 

En suma, el rendimiento académico del estudiante depende de su situación material y social de existencia, que debe ser tomado en cuenta en el momento de evaluar su nivel de aprendizaje. 

De acuerdo a estas aseveraciones el rendimiento académico verdadero es el resultado del sacrificio de uno mismo, éxito satisfactorio, compensación de la perseverancia, respuesta positiva al interés y consagración de uno. 

Factores del Rendimiento Académico 

Los factores del rendimiento académico son: 1. Nivel intelectual. 2. Personalidad, 3. La motivación, 4. Las aptitudes, 5. Los intereses, 6. Hábitos de Estudio. 7. Autoestima. 

Los indicadores del rendimiento académico están constituidos por: 

La tasa de éxito se asocia en primera instancia con un rendimiento académico alto, esto supone que, en la medida en que el rendimiento académico se expresa a través de las notas o puntuaciones asignadas al estudiante, tales notas se constituyen en el indicador principal del éxito. Sin embargo, si el éxito se identifica, no con el logro de objetivos instructivos específicos que están en la base de lo que normalmente se entiende como rendimiento académico, sí no con la consecución de las grandes metas o fines generales de la educación, tales como preparar para la vida (profesional, social, económica), es decir, la adaptación personal a las condiciones objetivas de la vida, incluyendo también la capacidad de modificar estas condiciones, el criterio de éxito se desplaza en el espacio y en el tiempo. 

La tasa de repitencia se manifiestan según los factores académicos y son: Bajas calificaciones, pérdida de interés por los estudios, deficiente formación en la educación de acuerdo al nivel educativo, deficiente conocimiento sobre estilos y estrategias de aprendizaje y escasos recursos o materiales educativos.