viernes, 30 de noviembre de 2012
jueves, 29 de noviembre de 2012
Términos
El
término pensamiento.
El
término incluye cualquier actividad mental que implique una manipulación
interna de la información. Esto supone que los elementos implicados en el
pensamiento son objetos mentales, constituidos por símbolos y representaciones
de la realidad y no objetos físicos. Por tanto, en el origen del pensamiento
está la capacidad simbólica de la mente humana mediante la cual somos capaces
de construir representaciones de la realidad que posteriormente manipulamos con
diferentes propósitos y que nos permiten resolver un problema, extraer una
conclusión o tomar una decisión. Aunque el pensamiento puede ser concreto,
cuando está ligado a la presencia física de los objetos, o abstracto cuando se
realiza sin ningún soporte físico, a partir por ejemplo de proposiciones
verbales o de imágenes, en cualquier caso implica siempre un componente básico
de abstracción.
El
término metacognición o metaconocimiento.
Se
refiere al “conocimiento del conocimiento”; es decir, por metacognición
entendemos el conocimiento que uno tiene del proceso y resultado de su propia
actividad mental. Como diversos estudiosos e investigadores han resaltado, el
concepto de metacognición es un concepto que implica dos componentes claramente
diferenciados, aunque relacionados. Por una parte, está el conocimiento que los
sujetos tienen de sí mismos, sobre sus capacidades mentales en la realización
de diversas tareas, así como de su actuación durante la resolución concreta de
las mismas; sin embargo, este componente no agota el significado de la
metacognición, ya que debemos incluir también el control que la persona tiene
de sus propios procesos de conocimiento. Es decir, además del “saber sobre el
conocimiento”, tenemos un segundo tipo de metaconocimiento, más activo y
“procedimental”, que podemos llamar “regulación y control del conocimiento”.
La
metacognición es una noción que destaca la naturaleza reflexiva del sistema
cognitivo humano al proponerse el estudio de cómo la mente actúa sobre sí misma
y como las habilidades metacognitivas de las personas les permiten conocer y
controlar sus procesos de conocimiento. De esta manera, el estudio de los
procesos metacognitivos permitirá analizar cualquier proceso de la mente. Sin
embargo, si existe un proceso cognitivo que haya sido especialmente estudiado
desde una perspectiva metacognitiva éste es el de la memoria, constituyendo un
campo de estudio llamado metamemoria. La metamemoria consiste, por tanto, en el
estudio del conocimiento que las personas tienen de sus procesos de memoria,
así como de la autorregulación de los mismos.
Abordando
el segundo significado de la metacognición, los procesos de regulación
implicados en la resolución de las tareas cognitivas, cabe distinguir tres
tipos diferentes de actividades: de planificación, de control y de revisión.
Las actividades de planificación se realizan antes de iniciar la tarea y
suponen una evaluación de la misma por parte del individuo, así como el
establecimiento de una estrategia de acción que le permita resolverla adecuadamente.
Durante la tarea el individuo necesita controlar su desarrollo, administrando
adecuadamente sus recursos cognitivos y supervisando la correcta consecución de
los objetivos o metas intermedias. Una última actividad metacognitiva de gran
importancia es la revisión final del desarrollo de la tarea, aplicando las
necesarias correcciones que permitan una mejora del resultado final.
Estos
tres tipos de actividades de regulación metacognitiva, que se ponen de
manifiesto especialmente en las conductas de aprendizaje y solución de
problemas complejos, típicos de los entornos escolares y académicos, suelen ser
bastante tardías evolutivamente hablando, aunque dependen más de la
familiaridad de las mismas, y del conocimiento y dominio de la tarea por parte
del aprendiz, que de la edad en sentido estricto.
Las fases del pensar.
El
aprendizaje áulico se fundamenta en las fases y funciones del pensamiento y sus
expresiones inherentes a la persona humana, que en la práctica educativa se
constituye a partir de la complementariedad. Según el pedagogo español Víctor
García Hoz, las fases o áreas del pensamiento y la expresión se sintetizan en
las siguientes funciones o actividades intelectuales del pensamiento:
Fase
perceptiva (atención, percepción), en la que el sujeto se encuentra dispuesto a
recibir los primeros estímulos;
Fase
reflexiva (pensamiento analítico, sintético, conceptual, solución de
problemas), se refiere al conjunto de actividades intelectuales con las que el
sujeto analiza los datos recibidos y los relaciona con los conocimientos
anteriores;
Fase
creativa (imaginación, fantasía, creatividad), la que supone la ampliación de
los conocimientos en virtud de estímulos internos al sujeto;
Fase
retentiva (aprendizaje, memoria), la que supone la fijación e incorporación al
patrimonio cognoscitivo;
Fase
expresiva verbal (comunicación verbal), se refiere a la manifestación externa
del proceso cognitivo;
Fase
expresiva práctica o no verbal (productividad, comportamiento relacional y
social), llamada fase aplicativa , donde el conocimiento se une con la
actividad externa del sujeto, bien de tipo técnico y artístico, bien de tipo
ético.
Estudiantes con pensamiento estratégico
“Para
lograr alumnos estratégicos, se necesitan padres y profesores estratégicos que
hayan tomado conciencia de la importancia del desarrollo del pensamiento, que
sean capaces de plantear actividades que, por su complejidad, requieren una
regulación consciente y deliberada de la propia conducta por parte de los
estudiantes, que generen un clima de aula en que se tolere y propicie la
reflexión, la indagación, la exploración y la discusión sobre los problemas y
la forma de afrontarlos, que faciliten la transferencia de las estrategias de
aprendizaje a otros dominios, etc. Por otra parte, la actuación estratégica
puede ser enseñada al alumno ya desde la educación infantil, a través del
modelado, del planteamiento de preguntas en torno al proceso de aprendizaje, al
proceso de resolución del problema en cuestión, etc. De esta manera, se irá
profundizando progresivamente en cantidad y calidad de estrategias de
aprendizaje”. (Pérez-Rosas, 2005:4-5).
Rol del profesor estratégico
Según Pérez-Rosas Cáceres, el
papel del profesor en la promoción del aprendizaje significativo en los
estudiantes, no es suficiente que actúe como transmisor de conocimientos o
facilitador del aprendizaje, sino que tiene que mediar, orientar, monitorear y
guiar la actividad constructiva de sus alumnos, brindándoles las estrategias y
tácticas adecuadas y pertinentes a su nivel de competencia.
“Si
pretendemos que los alumnos usen la materia gris de manera sofisticada y
creativa también, que logren procesar rápidamente la información y estén
dispuestos a pensar de verdad y abrir sus mentes, se requiere de la mediación
de los profesores y padres de familia, a través de una metodología interactiva
que facilite el aprendizaje significativo. Los aprendices tienen a los
mediadores en la tarea de aprender más y mejor, lograr un aprendizaje
significativo y aprender a aprender.” (Pérez-Rosas, 2005:4)
El
profesor instruccional se caracteriza por impartir mucha instrucción,
verbalizar demasiado, brindar excesiva información, transmitir sólo
conocimientos, centra el aprendizaje sólo en el producto o resultado y descuida
orientar el aprendizaje a procesos. No toma conciencia de la necesidad de
formarse como estratega en el aprendizaje estratégico y de ser un mediador y
promotor de la cultura de aprendizaje en su vida, como profesional de la
educación. Es un docente que no desarrolla capacidades, aptitudes y destrezas
intelectuales en sus alumnos; no enseña a pensar y no forma un pensamiento
estratégico y sistémico en los aprendices.
El
profesor estratégico que promueve el aprendizaje significativo en el aula, es
un mediador consciente de que hay que hacer todo sumamente explícito y que debe
provocar el conflicto cognitivo, sin dar mucho instrucción, ni verbalizar
demasiado. Es un docente que estimula de manera intencional el aprendizaje
deductivo a través de procedimientos estratégicos y obtiene en sus alumnos un
conocimiento declarativo, procedimental y condicional. Selecciona y organiza la
información y los procedimientos para enseñar y para aprender en función del
conocimiento de los alumnos.
Es
consciente de que tiene que cambiar sus esquemas cognitivos, que debe ir en
busca de los conocimientos previos y que las tareas deben ser de nivel alto
para enseñar a pensar y provocar desafíos en los aprendices. Es consciente que
debe dar poca instrucción pero mucha metacognición para el desarrollo de
habilidades de pensamiento en los alumnos. Se siente referente, modelo, ejemplo
y utiliza la conducta metacognitiva en su actuación como monitor y director del
aprendizaje de los alumnos. Sustenta dicha actuación en la negociación de
significados, y provee de pautas, guías y ejemplos para provocar la reflexión.
El
profesor estratégico rescata los conocimientos previos de los alumnos; enseña a
tomar decisiones respecto a modos de aprender y los procedimientos estratégicos
a usar; enseña a reconocer el contexto o las condiciones en que se presentan
las tareas. Está preocupado por el proceso de aprendizaje, por una estructura
de clase que enseñe a aprender y a pensar y no meramente por el producto o
resultado.
El
profesor que aplica la metacognición en el aula, se constituye en el mediador,
el puente entre la estructura conceptual asociada a la destreza y la estructura
cognoscitiva del sujeto que aprende. Es el experto que posee un pensamiento
estratégico para enseñar a pensar a través de estrategias de aprendizaje y no
meras instrucciones. Está convencido de que lo que se tiene que transferir y
estimular es el aprendizaje de destrezas, con las cuales se promueven nuevos
aprendizajes, son los procesos mentales y que lo medular es que los estudiantes
entiendan el proceso de un estudio bien hecho, que los llevará al desarrollo
del pensamiento y a un aprendizaje científico.
Rendimiento Académico
Requena (1998), afirma que “el rendimiento académico es fruto del esfuerzo y la capacidad de trabajo del estudiante. De las horas de estudio, de la competencia y el entrenamiento para la concentración”.
El rendimiento académico como una forma específica o particular del rendimiento escolar es el resultado alcanzado por parte de los estudiantes que se manifiesta en la expresión de sus capacidades cognoscitivas que adquieren en el proceso enseñanza-aprendizaje, esto a lo largo de un periodo o año escolar.
De
Natale (1990), afirma que “el aprendizaje
y rendimiento implican la transformación del conocimiento, que se alcanza con
la integración en una unidad diferente con elementos cognoscitivos y de
estructuras ligadas inicialmente entre sí”.
Según Loret de Mola Garay, Jhon, el rendimiento académico es un conjunto de habilidades, destrezas, hábitos, ideales, aspiraciones, intereses, inquietudes, realizaciones que aplica el estudiante para aprender. El rendimiento académico es un indicador del nivel de aprendizaje alcanzado por el mismo, por ello, el sistema educativo brinda tanta importancia a dicho indicador. En tal sentido, el rendimiento académico se convierte en una tabla imaginaria de medida para el aprendizaje logrado en el aula, y constituye el objetivo central de la educación.
Muchos autores han establecido definiciones sobre rendimiento académico. Carpio, (1975), citado por Cascón, (2000), define rendimiento académico como el proceso técnico pedagógico que juzga los logros de acuerdo a objetivos de aprendizaje previstos; Supper dice, rendimiento académico es el nivel de progreso de las materias objeto de aprendizaje; Aranda (1998), considera que es el resultado del aprovechamiento escolar en función a diferentes objetivos escolares y hay quienes homologan que rendimiento académico puede ser definido como el éxito o fracaso en el estudio, expresado a través de notas o calificativos.
En el rendimiento académico, intervienen muchas otras
variables externas al sujeto, como la calidad del maestro, el ambiente de
clase, la familia, el programa educativo y variables psicológicas. En las
internas, como la actitud hacia la asignatura, la inteligencia, la
personalidad, el auto-concepto del estudiante y la motivación.
En suma, el rendimiento académico del estudiante depende
de su situación material y social de existencia, que debe ser tomado en cuenta
en el momento de evaluar su nivel de aprendizaje.
De acuerdo a estas aseveraciones el rendimiento académico
verdadero es el resultado del sacrificio de uno mismo, éxito satisfactorio,
compensación de la perseverancia, respuesta positiva al interés y consagración
de uno.
Factores del
Rendimiento Académico
Los factores del rendimiento académico son: 1. Nivel
intelectual. 2. Personalidad, 3. La motivación, 4. Las aptitudes, 5. Los
intereses, 6. Hábitos de Estudio. 7. Autoestima.
Los indicadores del rendimiento académico están
constituidos por:
La tasa de éxito se asocia en primera instancia con un rendimiento
académico alto, esto supone que, en la medida en que el rendimiento académico
se expresa a través de las notas o puntuaciones asignadas al estudiante, tales
notas se constituyen en el indicador principal del éxito. Sin embargo, si el
éxito se identifica, no con el logro de objetivos instructivos específicos que
están en la base de lo que normalmente se entiende como rendimiento académico,
sí no con la consecución de las grandes metas o fines generales de la
educación, tales como preparar para la vida (profesional, social, económica),
es decir, la adaptación personal a las condiciones objetivas de la vida,
incluyendo también la capacidad de modificar estas condiciones, el criterio de
éxito se desplaza en el espacio y en el tiempo.
La tasa de repitencia
se manifiestan según los factores académicos
y son: Bajas calificaciones, pérdida de interés por los estudios, deficiente
formación en la educación de acuerdo al nivel educativo, deficiente
conocimiento sobre estilos y estrategias de aprendizaje y escasos recursos o
materiales educativos.
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