viernes, 7 de diciembre de 2012

La dimensión de las tareas de aprendizaje en el aula


Las tareas de aprendizaje de los estudiantes deben estar dirigidas a la adquisición de conocimientos no sólo declarativos, sino también de los conocimientos procedimentales y condicionales. Las tareas escolares pretenden desarrollar en los estudiantes destrezas con criterio de desempeño de comprensión y expresión, a través de estrategias cognitivas y metacognitivas que les permitan aprender a aprender. 

Las tareas de aprendizaje en el aula no son meros instrumentos de prueba y evaluación de los estudiantes, concebidas en algunos casos como ejercicio de aplicación o de consolidación del saber, sino que constituyen una verdadera experiencia de aprendizaje que se desarrolla en la clase en la fase de construcción de los conocimientos. Es lo que Bereiter, ha llamado aprendizaje intencional. La tarea escolar no designa meramente un trabajo a realizar, no se agota en sí misma, sino que trasciende el marco concreto de la asignación académica y apunta, de forma permanente, al desarrollo de la inteligencia. 

Con relación a los métodos de enseñanza, la tarea es un recurso que juega en su pluralidad y flexibilidad. No hay método por encima de los demás. La clave de la metodología estratégica es utilizar en cada momento del método la estrategia más adecuada en función de los objetivos, de la complejidad del conocimiento asociado y de los estilos de los aprendizajes de los estudiantes y del momento de la clase: inicio, desarrollo y cierre. La condición y potencialidad del escenario áulico permite introducir la enseñanza directa, las tareas para: el estudio dirigido, el trabajo en grupos.

La tarea de aprendizaje está presente en la secuencia del desarrollo de la clase, es una de las dimensiones más características e innovadoras del escenario estratégico áulico. En el proceso de enseñanza-aprendizaje de la clase que se realiza dentro del aula. La secuencia comienza con la presentación del tema, por parte del profesor, a los estudiantes. En ese momento, el profesor sensibiliza a los estudiantes con el objetivo, descubre la zona de desarrollo próximo en la que se encuentran, activa los conocimientos previos, y presenta las claves del conocimiento asociado correspondiente. El profesor puede adoptar estilos de enseñanza directa, interactiva o socrática. A continuación, los estudiantes inician la lectura explorativa y comprensiva del tema para la identificación y subrayado de las ideas principales. Cada estudiante decide el modelo de sinopsis (lineal o gráfica) que desea trabajar en ese momento y la mejor forma de realizar su trabajo (con el soporte informático que tiene dentro del aula, con libros de consulta, con los apoyos didácticos entregados por el profesor, etc.) Durante su trabajo en base a la tarea el estudiante puede solicitar la ayuda del profesor, o de un compañero, etc. cuando el profesor ve que la mayoría de los estudiantes han realizado sus sinopsis, organiza una puesta en común donde puede comprobar el grado de dominio logrado por los estudiantes que voluntariamente han acudido a la puesta en común y resuelve las dificultades que le plantean. Los estudiantes que no dominan la materia suficientemente tendrán que seguir trabajando y recibirán determinados apoyos, para poder recuperar ese dominio. Los que ya la dominan, podrán, si lo desean, profundizar o ampliar la tarea. Por último, todos tratarán de transferir los conocimientos adquiridos y pasar determinadas pruebas de evaluación. De esta forma, el estudiante aprende no sólo conocimientos o habilidades, sino que aprende, sobre todo, a conducir su aprendizaje, es decir, aprende a aprender. 

En una clase cuyo escenario es estratégico, el estudiante es el que planifica sus tareas diariamente; elige cada día lo que va a hacer, cómo lo va a hacer y con quién lo va a hacer. Planifica sus tareas, pero también su proceso. Es responsable de su nivel de motivación, de la utilización del tiempo y, sobre todo, de la dirección y nivel de profundidad que va a imprimir cada día a sus tareas. Los profesores controlan su trabajo, pero él es el verdadero mediador de su aprendizaje. El aprendizaje, él lo sabe, no termina con la comprensión de los conocimientos, sino que se extiende a su comprensión creativa, a la transferencia y aplicación de los mismos a la vida diaria y, por último, a la evaluación personal que habrá luego de contrastar con la del profesor.
Frente a un trabajo pedagógico de alta eficiencia está un profesor experto en estrategias y tácticas de aprendizaje, que asiste a los estudiantes en todo momento mientras realizan su tarea de aprendizaje. Su labor no se reduce sólo presentar los conocimientos sino, sobre todo, a mediar el proceso del aprendizaje. Por ello, su trabajo comienza planificando la clase, y sigue con el diagnóstico de las capacidades y limitaciones de cada uno de los estudiantes para cada tarea, valora el desarrollo de sus habilidades de comprensión, retención y transformación de los conocimientos, y acaba en una verdadera labor de monitoreo en la que el profesor acompaña al estudiante en la aventura de descubrir y experimentar lo que es aprender.

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