Las tareas de aprendizaje de los estudiantes deben estar dirigidas
a la adquisición de conocimientos no sólo declarativos, sino también de los
conocimientos procedimentales y condicionales. Las tareas escolares pretenden
desarrollar en los estudiantes destrezas con criterio de desempeño de
comprensión y expresión, a través de estrategias cognitivas y metacognitivas
que les permitan aprender a aprender.
Las tareas de aprendizaje en el aula no son meros instrumentos de
prueba y evaluación de los estudiantes, concebidas en algunos casos como
ejercicio de aplicación o de consolidación del saber, sino que constituyen una
verdadera experiencia de aprendizaje que se desarrolla en la clase en la fase
de construcción de los conocimientos. Es lo que Bereiter, ha llamado
aprendizaje intencional. La tarea escolar no designa meramente un trabajo a
realizar, no se agota en sí misma, sino que trasciende el marco concreto de la
asignación académica y apunta, de forma permanente, al desarrollo de la
inteligencia.
Con relación a los métodos de enseñanza, la tarea es un recurso
que juega en su pluralidad y flexibilidad. No hay método por encima de los
demás. La clave de la metodología estratégica es utilizar en cada momento del
método la estrategia más adecuada en función de los objetivos, de la complejidad
del conocimiento asociado y de los estilos de los aprendizajes de los
estudiantes y del momento de la clase: inicio, desarrollo y cierre. La condición
y potencialidad del escenario áulico permite introducir la enseñanza directa, las
tareas para: el estudio dirigido, el trabajo en grupos.
La tarea de aprendizaje está presente en la secuencia del
desarrollo de la clase, es una de las dimensiones más características e innovadoras
del escenario estratégico áulico. En el proceso de enseñanza-aprendizaje de la
clase que se realiza dentro del aula. La secuencia comienza con la presentación
del tema, por parte del profesor, a los estudiantes. En ese momento, el
profesor sensibiliza a los estudiantes con el objetivo, descubre la zona de
desarrollo próximo en la que se encuentran, activa los conocimientos previos, y
presenta las claves del conocimiento asociado correspondiente. El profesor
puede adoptar estilos de enseñanza directa, interactiva o socrática. A continuación,
los estudiantes inician la lectura explorativa y comprensiva del tema para la
identificación y subrayado de las ideas principales. Cada estudiante decide el
modelo de sinopsis (lineal o gráfica) que desea trabajar en ese momento y la
mejor forma de realizar su trabajo (con el soporte informático que tiene dentro
del aula, con libros de consulta, con los apoyos didácticos entregados por el
profesor, etc.) Durante su trabajo en base a la tarea el estudiante puede
solicitar la ayuda del profesor, o de un compañero, etc. cuando el profesor ve
que la mayoría de los estudiantes han realizado sus sinopsis, organiza una
puesta en común donde puede comprobar el grado de dominio logrado por los
estudiantes que voluntariamente han acudido a la puesta en común y resuelve las
dificultades que le plantean. Los estudiantes que no dominan la materia
suficientemente tendrán que seguir trabajando y recibirán determinados apoyos,
para poder recuperar ese dominio. Los que ya la dominan, podrán, si lo desean,
profundizar o ampliar la tarea. Por último, todos tratarán de transferir los
conocimientos adquiridos y pasar determinadas pruebas de evaluación. De esta
forma, el estudiante aprende no sólo conocimientos o habilidades, sino que
aprende, sobre todo, a conducir su aprendizaje, es decir, aprende a aprender.
En una clase cuyo escenario es estratégico, el estudiante es el
que planifica sus tareas diariamente; elige cada día lo que va a hacer, cómo lo
va a hacer y con quién lo va a hacer. Planifica sus tareas, pero también su
proceso. Es responsable de su nivel de motivación, de la utilización del tiempo
y, sobre todo, de la dirección y nivel de profundidad que va a imprimir cada
día a sus tareas. Los profesores controlan su trabajo, pero él es el verdadero
mediador de su aprendizaje. El aprendizaje, él lo sabe, no termina con la
comprensión de los conocimientos, sino que se extiende a su comprensión
creativa, a la transferencia y aplicación de los mismos a la vida diaria y, por
último, a la evaluación personal que habrá luego de contrastar con la del
profesor.
Frente
a un trabajo pedagógico de alta eficiencia está un profesor experto en
estrategias y tácticas de aprendizaje, que asiste a los estudiantes en todo
momento mientras realizan su tarea de aprendizaje. Su labor no se reduce sólo
presentar los conocimientos sino, sobre todo, a mediar el proceso del
aprendizaje. Por ello, su trabajo comienza planificando la clase, y sigue con
el diagnóstico de las capacidades y limitaciones de cada uno de los estudiantes
para cada tarea, valora el desarrollo de sus habilidades de comprensión, retención
y transformación de los conocimientos, y acaba en una verdadera labor de
monitoreo en la que el profesor acompaña al estudiante en la aventura de
descubrir y experimentar lo que es aprender.
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