Una de las funciones esenciales de la aplicación de las
estrategias didácticas debería consistir en establecer la vinculación de
sentido entre contextos socio-culturales y aprendizaje.
Conocer las características socioculturales de los
distintos grupos de estudiantes debería consistir en el primer paso a dar por
los docentes para construir un referencial socio-cultural de sus prácticas
áulicas base necesaria para crear un escenario estratégico de aprendizaje.
Las estrategias didácticas que utilizan los docentes en
el aula son modificadas frecuentemente con el fin de dar respuesta a las
dificultades de aprendizaje de los estudiantes y constituyen el aspecto más
dinámico y cambiante de las prácticas docentes. Ello habla de un proceso de
búsqueda y mejora por parte de los docentes. Esta preocupación permite
desarrollar algunas experiencias con resultados alentadores en relación con
contenidos puntuales. No obstante, persiste una débil relación de los
contenidos a aprender con el mundo de la vida de los sectores sociales pobres.
Con relación a los instrumentos didácticos diseñados por
los docentes para el aprendizaje de los educandos, llama la atención que,
generalmente, no están pensados en términos de construcción de conocimientos, sino
de aplicación de los ya construidos para la resolución de situaciones. Se
pierde, así, la riqueza del proceso a recorrer para formalizar determinados
conocimientos.
Como señala Bernstein (1994), la escuela opera sobre la
base de códigos socio-lingüísticos universalistas cuyos principios y
operaciones son lingüísticamente explícitos y menos ligados al contexto. Cuando
un número importante de estudiantes que asisten al aula provienen de grupos
sociales que operan con códigos particularistas, cuyos principios y operaciones
son relativamente implícitos y el sentido está vinculado a un entorno conocido.
El criterio implícito de agrupamiento se define por desempeño y conducta y
constituye el principal fundamento para el armado de las divisiones . Estos dos
tipos de códigos expresan formas lingüísticas diferentes y se originan en relaciones sociales distintas.
La ausencia de un esfuerzo por cerrar esa brecha mantiene
una ruptura comunicacional asentada en la descontextualización de los códigos particularistas
de distintos grupos sociales con graves consecuencias para el aprendizaje. La
cuestión no se resume en la falta de conocimiento de los contenidos.
Simplemente, los grupos sociales pobres no comparten el código universalista que
utiliza el maestro en la clase.
En muchos casos, los docentes no incorporan a sus prácticas
estrategias para acceder a una comprensión más integral acerca de las maneras
de pensar, sentir y actuar de los diferentes grupos sociales. Este conocimiento
fragmentario del otro es un obstáculo para considerar la diversidad de
situaciones existentes y, al mismo tiempo, un espacio de actuación del modelo
educativo hegemónico.
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