Todos ansiamos un mundo mejor;
más este mundo, que se nos ha hecho muy pequeño debido al progreso de la
técnica, las comunicaciones y la cultura, se ha complicado demasiado por falta
de sentido humano y de justicia social. Por eso vivimos una era de
incertidumbre en un mundo lleno de tensiones que afectan profundamente a la
educación y la hacen más difícil cada día.
Hoy día la humanidad está
viviendo una pesadilla horrible y dolorosa, cuyo despertar, cargado de
preocupaciones y dudas, está haciendo pensar a todos (políticos, pensadores,
maestros y aún al mismo hombre de la calle), si no habrán sido inútiles los
sacrificios realizados para la obtención de otro mundo mejor. Y ante esta
inquietante situación, como otras veces, pero ahora con más profundo ahínco,
los educadores vuelven los ojos a la niñez, con la esperanza que, orientando
por nuevos rumbos a la educación, sea posible formar hombres y mujeres mejores
para construir un mundo mejor, para disfrutar de una vida más dichosa en don de
todos podamos vivir en paz (convivencia pacífica).
En la tormentosa lucha que los
pueblos han tenido que mantener durante varios años en defensa de sus derechos
y sus ideales, se aguijó la inteligencia para producir nuevos medios para la
defensa y destrucción, transformando así las sociedades y civilización en
proporciones tales que, al terminar el conflicto, se han encontrado con un mundo
distinto al anterior y con factores que serán incontrolables y nefastos para el
futuro, si no se logra controlar la ciencia y encausar la técnica.
pide hombres nuevos, con nuevos ideales, y de su formación adecuada
dependerá sin duda la felicidad o desgracia de la nueva humanidad que
ahora surge; en esto consiste la función y responsabilidad de la educación
en este mundo transido de responsabilidades y tensiones.
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