miércoles, 31 de octubre de 2012
Modelos didácticos áulicos
¿Qué
es enseñar desde el modelo orientado al proceso?
Los
momentos del proceso son los siguientes:
El
centro de atención se centra en el estudiante. De esta manera, la selección de
los contenidos de estudio se adapta a
las posibilidades y los intereses de cada uno.
Desde
el punto de vista de la metodología, predominan los métodos que promueven el
desarrollo autónomo del estudiante: el
trabajo en grupo, el aprendizaje por proyectos, el juego de roles. Los
estudiantes aprenden de manera independiente, bajo la supervisión del docente,
en un ambiente de trabajo libre, a la vez que organizado.
El
modelo que sigue este modelo tiene una actitud más democrática, orienta,
acompaña. Los estudiantes cuentan con una amplia variedad de recursos para
adquirir experiencia, practicar, experimentar, etc. La función no tiene la
función de seleccionar; no aporta resultados numéricos. Bajo este modelo, lo
más importante es que el estudiante responda en función de sus capacidades e
intereses individuales.
En
esta nueva visión de la educación, el docente selecciona materiales
constantemente y adecua los estilos de evaluación. La evaluación es,
fundamentalmente, cualitativa y sirve como punto de partida para atender las
necesidades concretas de cada
estudiante. La retroalimentación y el tipo de evaluación favorecen la
autoevaluación, de manera que el estudiante aprenda a valorar su propio trabajo.
Es
un modelo orientado al procesos, los estudiantes dejan de ser simples receptores
o consumidores de información para convertirse
en sujetos activos de su proceso
de aprendizaje. Este no es un enfoque natural; los estudiantes no siempre están en capacidad de asimilar la información de manera autónoma. Por eso, la tarea del
docente tiende a ser más demandante.
En
este proceso educativo también se plantean otro tipo de objetivos; los
estudiantes desarrollan sus destrezas buscando, recogiendo información; se
autoevalúan, socializan con sus compañeros y comparten la información obtenida.
En
este modelo es fundamental adecuar y contar con entornos de aprendizaje
enriquecidos. Esta es condición básica del proceso de diferenciación.
Eynde(2004) señala que cada estudiante que está en la clase procede de un contexto familiar
propio y tiene una historia personal, llega con sus propios conocimientos,
ideas, habilidades y valores; todos estos elementos, en su conjunto, son
decisivos en su comportamiento, en su estilo y calidad de aprendizaje. Si el
proceso educativo quiere tener éxito, si realmente quiere inducir a aprender,
tiene que tomar en cuenta las diferencias individuales de cada estudiante. Por
lo tanto, la diferenciación no se presenta como un lujo pedagógico sino como
condición para el aprendizaje y la instrucción.
¿Qué
es enseñar desde el modelo orientado a productos?
Los
momentos del proceso son los siguientes:
Los
objetivos cognitivos se describen de
manera muy precisa y concreta, para todos los estudiantes por igual, con el
cual se corre el riesgo de que los
objetivos formulados no respondan al
nivel de exigencia de los estudiantes, por cuanto el conocimiento y las
destrezas se enseñan de acuerdo a lo
preestablecido.
En
este momento, las habilidades de pensamiento (razonar, pensar creativamente,
opinar, juzgar) no suelen mencionarse en su formulación operativa. Lo mismo
ocurre con el comportamiento, afectivo,
que suele quedar limitado a sus categorías de expresión más elemental tales
como: conformarse con y tener la voluntad de.
Los
niveles de valoración personal difícilmente se logran. Tampoco se toma en
cuenta la situación de partida del estudiante,
por cuanto las normas se aplican
a todos por igual. El estudiante no tiene la oportunidad de escoger los
temas de estudio.
Desde
el punto de vista de la metodología, predominan los métodos propuestos por el
docente, pues éste es quien dirige el proceso de enseñanza. El estilo es más
directivo que democrático.
Respecto
al uso de recursos, el docente suele también ser más activo, lo que conlleva
que se utilicen con mayor frecuencia los métodos de comprobación y
demostración. Finalmente, para este modelo, la evaluación debe ser lo más
precisa posible. Para evaluar los objetivos de menor exigencia se usan pruebas
de tipo estandarizadas y mediciones cuantitativas. Así, el rendimiento en la
sociedad se determina a partir de una valoración basada en la selección.
El perfil del docente para el siglo XXI
……Según María del Carmen Pereda
Barrios de la Universidad Panamericana. Sede México D.F . La relación entre
maestro y alumno debe ser una relación liberadora5, que se da cuando se
comparten6 conocimientos y herramientas útiles y trascendentales para la vida;
un maestro puede transmitir a sus alumnos el amor por la materia que imparte,
el amor por la investigación, por el trabajo, por la riqueza de las relaciones
de los demás, por la vida y sobre todo, por el descubrimiento y la construcción
de si mismo.
Este aprendizaje se
da en la relación interpersonal con los padres, en primer lugar, y en segundo
término en la relación significativa y profunda con otros adultos y compañeros
de escuela. Es aquí donde resulta fundamental el papel del auténtico maestro
comprometido con una educación para la vida.
El perfil de los
maestros que pueden lograr la transformación que nuestros tiempos demandan,
exige un alto compromiso hacia ellos mismos y hacia la comunidad educativa,
exige una opción de vida y una jerarquía de valores orientada a lo humano y a
la construcción de un sociedad más justa, colaboradora y equitativa, con una opción por
la paz, el respeto a la vida y a la diversidad y una opción por la superación permanente.
El docente, deberá
actualizar continuamente su propio papel para contribuir significativamente a
lo más trascendente en el desarrollo personal y social de las nuevas
generaciones, que bajo las circunstancias de hoy, están en constante aprendizaje.
El papel del maestro
del siglo XXI es el de un agente de cambio que entiende, promueve, orienta y da
sentido al cambio inevitable que nos transforma a todos. Lo que se pide de él
es un compromiso con la superación personal, con el aprendizaje, con los
alumnos, con la creación de una sociedad mejor y con la revolución educativa y
social que se requiere urgentemente. Dado lo anterior, el docente debe ser:
· un modelo de
aprendiz, aprendiz de nuevas estrategias, técnicas, de nuevos enfoques y
destrezas que propicia un mundo globalizado, competitivo y especializado
características propias de la era del conocimiento.
· un líder moderno,
que dirige, orienta, da sentido y fortalece el esfuerzo de sus alumnos,
conduciéndolos a una sociedad con mayor libertad, con múltiples alternativas
pero también cargada de incertidumbre en la cual como diría Heráclito: lo único
permanente es el cambio.
· un cuestionador e
investigador, que enseñe a pensar, a descubrir, a formular, a buscar.
· un filósofo,
amigo de la sabiduría y del conocimiento, buscador intelectual que adecue las
teorías y modelos a una realidad concreta,
· un visionario,
que construya proyectos futuros integrales que ubiquen y motiven el quehacer de
los alumnos en este mundo, con una concepción de lo que es el ser humano, sus
posibilidades y trascendencia,
· un formador de
las generaciones por venir, de las nuevas familias, comunidades, empresas e
instituciones,
un
maestro de la vida… que ponga en el centro de su vocación los valores
humanos, solo así esta tendrá sentido y podrá recobrar el lugar social
que le corresponde a lado de los transformadores y forjadores de la sociedad.
Lo anteriormente
mencionado es inspiracional y no se deberán descuidar algunos aspectos
didácticos que con respecto a la función del docente y un modelo basado en
competencias se sugiere consolidar. Aspectos como:
Lograr claridad en
los objetivos de aprendizaje.
Propiciar condiciones
favorables para el logro de aprendizajes significativos.
Seleccionar y
proponer estrategias diversas para lograr los objetivos.
Tomar en cuenta las
dificultades que se presenten y ajustar los objetivos a las posibilidades
reales del grupo.
La realidad que
propone el siglo XXI exige al docente en el ejercicio de su función:
1. Un cambio de
actitud y la adquisición de nuevas competencias profesionales, atendiendo a
la necesidad de cambio.
2. La aplicación
práctica de la investigación-acción7 como elemento de mejora de la
propia práctica profesional y de la innovación.
3. Trabajar en
equipo, lo que exige nuevas destrezas sociales, y una nueva concepción del
entorno educativo en donde se desenvuelve, de su sistema relacional, de valores
y estructuras.
4. Redimensionar la
existencia de otros grupos de interés (familia, medios, otros profesionales)
con los que tiene que relacionarse.
5. La aplicación
de las nuevas tecnologías que le permiten motivar, mejorar, replantear su
labor docente en virtud de buscar nuevos estímulos que lo lleven a mejorarla.
5 Relación liberadora
en virtud de un ejercicio y educación de la libertad y la voluntad, el maestro
debe ser un guía, no “atar” la mente de sus alumnos, dejarlos descubrir sus
propios procesos, autodeterminarse,
dejarlos descubrir, aprender por sí mismos, emitir sus propios juicios y
opiniones, equivocarse, retomar el rumbo, en una frase “dejarlos ser y crecer”,
no coartarlos.
6 Entendiendo por
compartir, el proceso de dos vías que es el de enseñanza-aprendizaje, se comparten
conocimientos, habilidades, actitudes, experiencias, emociones tanto del
docente hacia el alumno, como del alumno hacia el docente, mostrando con el
propio desempeño el amor por lo que se hace.
martes, 30 de octubre de 2012
lunes, 29 de octubre de 2012
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