LA SIEMBRA
Hijos de mi alma,
siempre amados,
que acompañaron los
ideales
de quién soñó estar entre la gente,
disfrutando la alegría, su
bienestar,
el goce absoluto de la libertad y la justicia,
logro final de la acción revolucionaria del pueblo
combatiente.
¡Recordad!... mis sueños, mis ideales,
agigantados con
cada triunfo de la lucha del pueblo latinoamericano,
viví y sentí ese corazón hecho
millones,
enfrentados a la brutal y descomunal fiereza del imperio agonizante.
Vi la luz, un diez de mayo con lluvia y griterío de partera,
en duro camino de atribulado dolor desfalleciente.
Salir del vientre de la amada madre no fue fácil,
Enredado al cuello un cabo estaba atado,
cordón de
vida intrauterino,
empujado por la fuerza de pujos y sollozos
las paticas no
encontraban el camino de la caverna en su salida.
En el último momento,
con el chasquido de un relámpago
y
tronar de truenos en medio de pertinaz lluvia,
que sus caudales llenaban todos los recodos,
pundun
volé a las manos,
que afuera afanosas esperaban, en ese instante,
el aire con
fuerza huracanada invadió mis pulmones y
la vida entonces se hizo carne,
nací
allí, en el pecho de mi madre amada y santa.
Toda una vida empeñada en la tarea de formar con la
palabra mediadora,
los números en cada presente de la masa efervescente.
Con pedagogía, didáctica y estrategias se encaró el
futuro,
se pulió en el mármol duro, rebelde, de la esclavitud petrificada,
una
cualidad nueva de espíritu humano, solidario, crítico,
el perfil del maestro en
formación,
con compromiso vital para liberar la patria encadena,
con mil canciones de amor en alfabeto
libertario de dignidad e independencia.
Sabor de humanidad,
educando con ejemplo, la honestidad aprendida del Che,
la
firmeza de Fidel,
la entrega de Chávez a la causa de la redención de los
humildes,
valores del hombre nuevo,
ejemplos de hombres que trascendieron por el valor de su palabra,
de su compromiso
con la ética,
espada que ahuyentó los espíritus débiles, corruptos.
En las acciones de esa gran película vivida,
conocí:
la hipocresía de los famosos honestos entre comillas,
la criminal mentira
repetida por millares,
de la canalla mediática capitalista enfurecida,
los
variopintos saltimbanquis conservadores con ropaje de izquierdistas.
En las acciones de esa gran película vivida,
conocí: a
los verdaderos humanos,
fieles a sus convicciones libertarias,
a los hombres de
las mil dificultades,
llenos de amor y ternura por los pobres.
Nací para amar a mis padres con la infinita ternura de
hijo agradecido,
Nací para amar a mi esposa,
la madre de mis hijos cuyo
espíritu acompañó cada uno de mis pasos en la vida.
Nací para amar a la patria a la que abrace sus
montañas,
prados, llanuras, ríos y mar,
al desyerbar la maleza de sembríos,
al
recorrer las distancias a pie y en el
trote de caballos,
en canoas y barcos a los que la mar con sus olas y vientos a
babor,
enmudecían las palabras de los trémulos tripulantes y
sacudían la carga
en la desesperada urgencia de naufragio.
Nací para escribir estos versos de amor a la dulzura y
fragilidad de la planta en crecimiento,
a la mujer racimo de pétalos y
canciones,
infinita, soñadora, apasionada, rosa roja, revolucionaria.
Amor de patria citando a Fidel:
no
hay fuerza superior a esa energía atómica que es el átomo de amor a la patria.
El día de mi siembra camaradas,
hijos míos, tengan por
seguro de que de mi polvo
crecerán infinitas yerbas que inundarán la pradera
con su larga y verde cabellera,
entonces no muero,
solo fui una chispa que
rasgo el velo del tiempo y sus tinieblas.